Los riesgos que implica el Tecnoestrés y la “nomofobia”, el derecho a la desconexión

Los riesgos que implica el Tecnoestrés y la “nomofobia”, el derecho a la desconexión

Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC’s) facilitan el trabajo, pero también se han convertido en los últimos años en una importante fuente de siniestralidad laboral tanto en España como en Europa y todo apunta a que seguirán en esa línea por el creciente uso de las TIC. La presencia cada vez más “extenuante” de TICs (robots industriales, telefonía móvil, sistemas informáticos, internet,..), conlleva a que un gran número de puestos de trabajo tengan que enfrentarse a situaciones y desafíos nuevos a los que hay de la salud de los trabajadores.
No olvidemos que la primera causa de mortalidad en nuestro país por accidente laboral son los derrames e infartos cerebrales. Causa muy relacionada con situaciones de estrés, ansiedad…
En las últimas décadas se han venido produciendo modificaciones sustanciales del contenido de las tareas para una gran proporción de trabajadores. Una de las causas más determinantes es la del creciente uso de herramientas basadas en las tecnologías de la información y la comunicación.
En la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (ENCT 2015) “casi uno de cada tres ocupados utiliza para desarrollar su trabajo, siempre o casi siempre, ordenadores u otro equipamiento informático”.
Las actividades en que es más frecuente son: Administración Pública y defensa (52%), Transporte (49%), Actividades administrativas, auxiliares y financieras (49%) y Enseñanza (45%). Por el contrario, las actividades en las que hay más trabajadores que casi nunca o nunca emplean estos equipos son Agricultura (82%), Otros servicios (76%) y Construcción (72%).
Existen también grandes diferencias por ocupación; así, ocho de cada diez Empleados contables y administrativos utilizan siempre o casi siempre equipamiento informático, por solo tres de cada cien de las Ocupaciones elementales (ver Gráfico; FUENTE ENCT 2015).

La evolución desde 2005 muestra un importante crecimiento entre los años 2005 y 2010, y una estabilización en el último período de cinco años, en el porcentaje de usuarios informáticos de alta intensidad, es decir, de aquellos que en el trabajo utilizan estas herramientas siempre o casi siempre. Pero, igualmente, es destacable el decrecimiento de aquellos que nunca o casi nunca deben emplear estos equipos. Hoy son menos de la mitad del total de ocupados los que no tienen durante su trabajo al menos un uso ocasional de equipamiento informático (ver Gráfico; FUENTE ENCT 2015). Ello es muestra de la constante extensión de las tecnologías de información y comunicación a un mayor número de tareas, incluso las manuales.

 
Tecnoestrés laboral y la “nomofobia”
En los últimos tiempos las TIC’s han sido un estupendo medio para conciliar vida laboral y personal, pero al mismo tiempo se han convertido en un riesgo personal del usuario, llegando a no establecerse límites a las obligaciones del trabajo. De esta manera, el ocio y la vida familiar y social se ven alteradas e invadidas, impidiendo por otro lado, la desconexión de las obligaciones generando riesgos para el bienestar físico y/o psicológico de quienes las utilizan. Ya se está hablando de nuevas patologías como el tecnoestrés laboral o la “nomofobia” u otras adicciones derivadas del uso continuado y no racionalizado de las nuevas tecnologías.
¿Que es el tecnoestrés como riesgo psicosocial?
Existen varias definiciones sobre el tecnoestrés, todas ellas coinciden en que son problemas de adaptación a las nuevas tecnologías y sistemas tecnológicos. Ya sea por la falta de habilidad en su manejo y visto desde otro punto de vista la repercusión negativa de la tecnología en el ser humano, según el Observatorio de riesgos psicosociales de UGT: “Es una clase de estrés laboral, con identidad propia porque es un proceso psicológico negativo determinado por el desajuste entre las exigencias del uso presente y/o futuro de TIC, y los recursos disponibles relacionados con las aplicación de TIC”.
¿Cuales son los tipos de tecnoestrés?
La tecnoansiedad o tecnofobia, tipo de tecnoestrés más habitual. La persona que lo padece suele experimentar niveles altos de activación fisiológica que le produce malestar. La tensión y la sensación no placentera es una rasgo característico por el uso frecuencia de las nuevas tecnologías.Miedo irracional hacia las nuevas tecnologías.
La tecnofatiga, está relacionada con la fatiga, el cansancio mental o el agotamiento cognitivo debido al uso ininterrumpido de las nuevas tecnologías.
La tecnoadicción, se caracteriza por el deseo incontrolable de estar conectado a las TIC en todo momento. Este comportamiento al cabo del tiempo, influye de manera muy negativa en la persona, derivando en comportamiento obsesivo-compulsivos.
Síndrome FOMO: “la sensación de perderse algo”. Este concepto ha sido reconocido por los psicólogos como un trastorno producido por el avance de la tecnología y la cantidad de opciones que se nos presentan, la necesidad de estará conectado continuamente pendiente de todos lo que sucede en las redes
Nomofobia: miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil.
Consecuencias negativas del tecnoestrés
Entre las consecuencias del tecnoestrés, se encuentran muchas de las mencionadas cuando hablábamos de estrés laboral, tales como: problemas para conciliar el sueño, dolores de cabeza, musculares, trastornos gastrointestinales, sensación de agobio, fatiga crónica…, que en muchas ocasiones provocan bajas laborales, incrementando los niveles de absentismo en la organización y reduciendo el rendimiento y productividad de los trabajadores.
Asimismo, el tecnoestrés se encuentra en ocasiones con trastornos asociados a síntomas de ansiedad y puede conducir al trabajador a estados de burnout o “síndrome de estar quemado” por la actividad laboral, como consecuencia de una exposición continuada a situaciones de estrés crónico, relacionado con el uso de las nuevas tecnologias
¿Como actuar frente al tecnoestrés?
La mera inclusión de nuevas tecnologías en los puestos de trabajo (implantación de sistemas informatizados en máquinas, tramitación de documentos por internet o correo electrónico, uso del teléfono móvil como nueva herramienta de trabajo…) no debería ser, por sí misma, fuente generadora de tecnoestrés. Sin embargo los cambios provocados por su implantación laboral en la organización del trabajo; el uso desmesurado, constante y mantenido de las nuevas tecnologías en el trabajo, a los insuficientes tiempos de descanso, durante la jornada laboral, que nos impiden desconectar de los equipos de trabajo, y al uso cada vez más cotidiano de las nuevas tecnologías en el ámbito laboral, doméstico y social, tienen un indiscutible impacto sobre los sistemas de comunicación dentro de la empresa, las relaciones interpersonales, sobre el contenido de las tareas y los ritmos de trabajo…, influyendo por tanto en las condiciones de trabajo y afectándonos a nuestra salud.
Para poder hacer frente a los riesgos relacionados con el uso de estos sistemas tecnológicos y así evitar los daños que para nuestra salud puede tener el desequilibrio entre las demandas y requerimientos –derivados de estas nuevas formas de trabajo– y nuestras capacidades –mecanismos de respuesta–, es necesario conocer y entender en qué consiste el tecnoestrés, las causas que lo provocan, cómo puede limitarse su exposición y de qué forma pueden prevenirse o evitarse su efectos y las consecuencias negativas
Consulta y participación de los trabajadores
La organización debe facilitar mecanismos eficaces de consulta y participación de los trabajadores y/o sus representantes en materias de seguridad y salud, atendiendo especialmente, en el tema que nos ocupa, a aquellos aspectos de la organización del trabajo, que impliquen elección y aplicación de nuevas tecnologías, por los cambios que implican en los métodos de trabajo y pueden suponer fuentes generadoras de nuevos riesgos de índole laboral para los trabajadores.
Es fundamental que la empresa nos informe previamente de que cambios se van a acometer y cómo pueden afectar a nuestro puesto de trabajo y/o funciones, así como que se realice un estudio sobre las nuevas necesidades formativas, que permitan establecer programas y planes formativos, para que podamos desarrollar los conocimientos, aptitudes y destrezas, en el uso de las nuevas tecnologías, haciendo menos traumático los cambios provocados por su implantación.
La organización deberá pues facilitarnos los mecanismos oportunos y necesarios para que podamos exponer los problemas que suponen la implantación de nuevas tecnologías, los cambios en la forma de trabajar y en los requerimientos de nuevas habilidades para el desarrollo de nuestro trabajo. También debe facilitarnos la posibilidad de exponer alternativas o sugerencias sobre la mejor forma de realizar su implantación en los puestos de trabajo, adaptando los nuevos métodos de trabajo y mejorando así la aceptación por parte de los trabajadores y facilitándonos el tránsito hacia las nuevas formas de trabajar.
Derecho a la desconexión
Desde UGT, venimos denunciando que la conectividad no debe ser en ningún caso sinónimo de “disponibilidad permanente” hacia las necesidades de la empresa. La conectividad constante (atender el teléfono o la mensajería, revisar el correo electrónico o acceder a redes sociales de la empresa, etc.) dificulta la desconexión mental y la propia recuperación física y psíquica de las personas trabajadoras.
Los riesgos psicosociales se han convertido en los últimos años en una importante fuente de siniestralidad laboral tanto en España como en Europa y todo apunta a que seguirán en esa línea por el creciente uso de las TIC. No olvidemos que la primera causa de mortalidad en nuestro país por accidente laboral son los derrames e infartos cerebrales. Causa muy relacionada con situaciones de estrés, ansiedad…
La frontera entre la vida laboral y la vida privada debe estar clara y, por eso, es fundamental que se regule por ley el “derecho a la desconexión” cuando se termina la jornada laboral, o en los períodos necesarios de descanso. Frente al “hiperpresentismo” digital, que habilitan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, han de abrirse posibilidades de implementación de medidas de “desconexión” que permita gestionar adecuadamente el uso de estas tecnologías en la jornada laboral, garantizándose la desconexión digital y evitando su uso inadecuado durante los descansos y pausas, fuera de la jornada laboral o las vacaciones.

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