06 Mar LOS ACCIDENTES DE TRABAJO EN CASTILLA Y LEÓN CRECEN POR QUINTO AÑO CONSECUTIVO.
Castilla y León se viste de luto. La mortalidad laboral en nuestra región sigue siendo superior a la media nacional.
De acuerdo con los datos extraídos de la estadística de la Junta de Castilla y León, referidos al año 2017, la siniestralidad laboral ha crecido en los 4 grandes sectores de actividad. Si atendemos a los índices de incidencia vemos el incremento del 1,34% del indice de incidencia general (situado en 33,4), y fuertes incrementos en el de graves y mortales (25,97 y 4,70 respectivamente).
De hecho, el índice de incidencia de los accidentes de trabajo mortales en Castilla y León es superior al nacional.
El sector servicios sigue siendo la actividad que registra la mayor cantidad de accidentes laborales en 2017 con 12.676 accidentes, un aumento del 1,5% en relación al mismo periodo del año anterior; seguido del sector de la industria con 6.984 accidentes con un incremento del 7,4% respecto al 2016; construcción con 2.742 accidentes lo que supone un aumento del 6,8% y por último el sector agrario con 1.801 accidentes, un aumento del 2,5% respecto al 2016.
Respecto a las enfermedades profesionales, se han declarado en Castilla y León 964, 461 con baja y el resto, sin baja. Si en 2016 el índice de incidencia se situaba en 61,72 en el 2017 ha crecido, situándose en 63,7. El sector servicios registra el mayor número de casos con 232 un aumento del 3,5% en relación al mismo periodo del año anterior; le sigue industria con 191 casos lo que supone un incremento del 3,2%; el sector agrario con 20 casos y un incremento del 42,8% respecto al 2016 y por último el sector de construcción con 18 enfermedades profesionales y un aumento del 38,4% respecto al año anterior.
Desglosando los fallecimientos de trabajadores, por sectores de actividad, durante el año 2017, encontramos que hubo 17 muertes pertenecientes al sector servicios, lo que supone un aumento del 21,4% respecto al año anterior; 9 muertos en industria, cifra similar a la de 2016; 5 muertos en el sector de construcción lo que supone un aumento del 66,6% respecto al año anterior y 3 muertos en el sector agrario, 1 menos que el año 2016 una disminución del 25%.
Respecto a los accidentes in itinere con baja, los leves han disminuido respectos a los ocurrido en el 2016, habiendo producido 2.385 en 2017 una disminución del 3,6%; respecto a los accidentes in itinere graves han ocurrido 32, igual cifra que en el 2016 y respecto a los accidentes in itinere mortales han ocurrido 10 muertes lo que representa un aumento del 66,6% respecto al año anterior.
Si ponemos el foco en las tasas de los trabajadores extranjeros observamos que alcanza los 38,2 Accidentes/1000 trabajadores frente a los 24,2 accidentes/1000 trabajadores de los trabajadores nacionales, siendo aún mucho mayor la diferencia en los accidente mortales.
Si echamos la vista hacia los trabajadores autónomos y conscientes de la infranotificación de accidentes, sobre todo leves. que sufre este colectivo destaca la mayor incidencia de los accidentes graves respecto a los trabajadores asalariados, doblando además la incidencia de los mortales.
Por tipo de contrato se repite el mismo patrón que años atrás. La probabilidad del trabajador temporal de sufrir un accidente de trabajo es más del doble que la del trabajador indefinido, con una incidencia del 52,1 del primero y del 22,8 del segundo. Confirmándose nuevamente la “temporalidad como factor de riesgo laboral”.
Estos datos ponen de manifiesto que debemos seguir avanzando en la mejora de las condiciones de trabajo, y por tanto, de las condiciones de seguridad y salud porque detrás de buena parte de los accidentes se esconde la precariedad laboral y la inestabilidad en el empleo. Esta temporalidad en los contratos genera una enorme rotación en los puestos de trabajo y por tanto, trabajadores sin formación, inexpertos y con muy poca capacidad de reivindicación de sus derechos laborales y preventivos.
Reflejo de la temporalidad y precariedad en el trabajo es además la carga mental y psicológica que soportan los trabajadores afectados por la debilidad de sus contratos, que se ven obligados a realizar más tareas, más penosas y peor remuneradas, soportando una gran presión por el miedo a perder el empleo. El estrés por el miedo a perder el puesto de trabajo o a verse señalado por ejercer el legitimo derecho a decir “NO”, está acarreando verdaderos estragos sobre la salud mental de los trabajadores, hasta el punto de ser el estrés, uno de los principales problemas de salud laboral actuales.
La desregularización del mercado de trabajo y sobre todo, la descentralización de la negociación colectiva ha debilitado la posición del trabajador en la relación laboral, comprometiendo su capacidad de acción y desactivando cualquier posibilidad de reivindicación en materia preventiva, lo que supone un menoscabo al derecho a su salud e integridad física.
Es preciso volver a la senda de reducción de los accidentes de trabajo. anterior a la crisis económica. Para ello, es preciso desarrollar una Política integral de lucha contra los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, que pasa necesariamente por revocar las reformas laborales que han extendido la precariedad en el empleo, y han devaluado las condiciones de trabajo y por tanto, de seguridad y salud laboral.
Además, urge reformar el marco normativo de las enfermedades profesionales actual e intensificar la coordinación y colaboración entre el Sistema Nacional de Salud, el Sistema de Prevención de Riesgos Laborales y el Sistema de Seguridad Social.
Asimismo, en el marco de la empresa, es necesario recuperar las inversiones en prevención de riesgos laborales y la centralidad de la negociación colectiva en las relaciones laborales.
Por último, el sindicato recuerda que la presencia sindical en los centros de trabajo sigue siendo la mejor garantía para el ejercicio de los derechos y para la protección de la salud de los trabajadores y trabajadoras.
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