La agricultura: Una profesión de riesgo

La agricultura: Una profesión de riesgo


La agricultura es una profesión de riesgo. Los datos de siniestralidad laboral en el sector reflejan una evolución al alza en los últimos años, una tendencia generalizada en el resto de sectores. El 2017 se ha cerrado con 1.801 accidentes en total, tres de ellos mortales registrados en las provincias de Burgos, León y Soria. Una cifra que supone un incremento en la siniestralidad agraria del 2,45% respecto a los datos del año anterior, cuando se registraron 1.756 accidentes laborales.
La realidad, como constatan los sindicatos es que la organización y gestión de la prevención de riesgos laborales en el sector agrario es «mucho más compleja» que en otros sectores, entre otros aspectos, debido a la masiva presencia de trabajadores autónomos, cerca del 70%. Una circunstancia que se traduce en una mayoría de agricultores sin sistema de gestión de riesgos.
El repunte de la siniestralidad se produce tanto en valores absolutos como en índice de incidencia, tal y como constatan desde la Dirección General de Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales. Es por ello que, en el marco del Diálogo Social, se contemplan programas específicos para los trabajadores del sector agrario que se van a desarrollar también este 2018. El Acuerdo 2016-2020 recoge una campaña de visitas ‘in situ’ que persigue una mayor sensibilización, así como el asesoramiento a los agricultores y ganaderos, campañas de mejora de las condiciones de trabajo en el sector agrario, o distintas actividades formativas. Actualmente, además, Junta y organizaciones profesionales agrarias trabajan en el desarrollo de distintas medidas de prevención de riesgos laborales para concienciar al sector.
La experiencia llevada a cabo hasta el momento ha permitido detectar algunas «carencias de formación y sensibilización» en un sector con riesgos muy específicos y, en general, de carácter grave. Así lo explican desde UGT Castilla y León, sindicato que, junto a CCOO y la patronal, ha realizado en 2017 más de 600 visitas para asesorar a los profesionales del campo, con el objetivo de lograr mejores condiciones laborales en el sector agrario.
En relación a 2016, hay que apuntar la disminución en un 3,5% de los accidentes graves -28 este 2017 frente a los 29 del año anterior-, y de un 25% en los mortales -3 frente a los 4 de hace un año -, algo que no ocurre en los accidentes laborales leves que suben un 2,67%, pasando de los 1.723 a los 1.770 en 2017.
Las medidas de información, formación, apoyo técnico, control y vigilancia, a través de los Planes de Trabajo en Prevención de Riesgos Laborales, se han ido intensificando en los últimos años, aunque la realidad es que los accidentes se siguen incrementando, hasta en un 12% desde 2014, cuando se registraron 1.604 siniestros laborales en el campo, con cinco fallecidos, 1.568 accidentes leves, y 31 graves.
Por provincias, y con los datos acumulados a noviembre de 2017, Segovia es la que aglutina mayor siniestralidad, con 308 accidentes, seguida de Salamanca, con 241, Valladolid, con 220, y Burgos con 207. Según los datos de la Junta, los accidentes laborales se han incrementado de una forma significativa en la provincia de Palencia, que ha pasado de los 91 siniestros en noviembre de 2016 a 130 en el mismo periodo del año anterior, con una subida del 42%, seguida de Soria, donde la accidentalidad crece un 24%, con 144 siniestros en 2017 frente a los 116 del año anterior. Los accidentes suben en todas las provincias, excepto en León, Valladolid y Burgos, donde se reduce muy ligeramente.
Es evidente que el sector demanda actuaciones específicas como las que se están llevando a cabo, para avanzar en materia de prevención. Las singularidades de este colectivo, como es la presencia masiva de autónomos, presenta un problema importante como es la cobertura de la protección social, que no se produce en otros sectores. Y es que la cotización a la protección por incapacidad laboral es voluntaria. Incluso cotizando, como recuerdan desde UGT, la percepción supone solo el 75% de la base, sin derecho a recibir la prestación económica hasta los quince días de obtenida la baja.
De esta forma, como señalan desde este sindicato, si se tiene en cuenta que un gran porcentaje de estos profesionales tiene la base mínima de cotización, son los únicos trabajadores en la explotación, no tienen facilidad para encontrar a alguien que les sustituya, y muchas de sus lesiones les permiten retomar la actividad antes de concluir el plazo de quince días, se podría concluir que los accidentes «de menor relevancia» apenas se notifican.
Un elemento importante a la hora de analizar una estadística que sufre una «fuerte distorsión a la baja», como denuncian desde el servicio de prevención de riesgos laborales de UGT. «Solo los accidentes muy graves y mortales tienen en este caso un reflejo aproximado a la realidad».
Un hecho al que hay que añadir la existencia de trabajadores agrarios sin cobertura, así como otros jubilados que siguen trabajando en el campo, y cuyos accidentes no contabilizan en la estadística oficial de la Junta en materia de siniestralidad laboral.
El sector agrario ha sufrido en los últimos años grandes transformaciones. Cambios que, sin duda, han influido de forma importante en los riegos que entraña el sector, como ocurre con las nuevas tecnologías. La modernización ha supuesto un aumento de la competitividad de las explotaciones, aunque este progreso se ha traducido también en una mejora de los equipos existentes y métodos de trabajo que exigen una conveniente adaptación.
A este avance tecnológico hace referencia precisamente Valentín García, agricultor vallisoletano de la UCCL, que atribuye a la «sofisticación» de la maquinaria del campo buena parte de los siniestros. En su opinión, está claro que la nueva tecnología conlleva «riesgos añadidos». En muchos casos, afirma, el profesional «no es consciente» de lo que lleva entre manos. «Los tractores van a 50 kilómetros por hora, lo que multiplica por tres el riesgo de un vuelco», señala convencido de que «hace falta formación».
Es evidente que el sector agrario está cada vez más mecanizado y automatizado, como apunta Ventura González, joven agricultor de Madrigal de las Altas Torres de la Alianza UPA-COAG. Una circunstancia que exige, en su opinión, una mayor información en prevención de riesgos laborales. Las propuestas tecnológicas se renuevan a un ritmo al que el agricultor no siempre sabe adaptarse.
En relación a las enfermedades profesionales, los sindicatos denuncian una «clara infradeclaración». UGT mantiene que hay un «gran desconocimiento» en torno a este tema, con un descenso desde el año 2006.
«El profesional del campo acude al médico de atención primaria, sin relacionar en ningún momento que la patología es de origen laboral». Señalan, en este caso, a la osteomuscular como la enfermedad más habitual. Aquella que tiene que ver con los sobreesfuerzos, movimientos repetidos y la manipulación manual de cargas. Los trabajadores temen que las nuevas tecnologías, que han disminuido el esfuerzo y la fatiga en el sector, provoque un «retraso» en la edad en la que están surgiendo estos problemas.
El campo tiene sus peculiaridades. Aún así, lucha contra una lacra que comparte con otros sectores.
Elementos como la atomización y la dispersión geográfica tampoco ayudan en la investigación de los accidentes ya que no hay testigos. Además, los trabajadores no pueden recibir los primeros auxilios. Así lo señalan desde la administración que destaca el convenio firmado con la Guardia Civil para incrementar la prevención de accidentes en el medio rural.
Fuente: El Mundo Agrario

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